Narración: Quiero ser bailarina
Corre el año, 1933 en España. La situación económica del país no era la más adecuada, para la vida, y las zonas más decadentes lo sufrían de primera mano, con graves consecuencias: el hambre recorría las zonas más pobres, las numerosas muertes, las decadentes formas de vida...Todo afectaba mucho a esa pobre clase social, que intentaba sobrevivir con pésimos sueldos, y por trabajar en exceso. Ese fue un duro año para muchas familias, pero para los Méndez las cosas no solo fueron decadentes. Ese año nació su tercera hija, a la que llamaron Clara.
A pesar de tener una vida aburrida y triste, los padres de Clara consiguieron, plazas para todos sus hijos, en un internado de Londres. Era una gran oportunidad para conseguir sacar de la pobreza a la familia, trabajando en los pueblos londinenses, fuera de las labores del internado.
Con apenas seis años, Clara fue a ese internado en las lejanas tierras inglesas. Era un lugar frío, antiguo, y con gente muy diferente a todos ellos; era muy fácil diferenciar a los huérfanos o niños de trabajo (ellos), que acudían a las clases, como cualquier niño normal, pero sin ningún coste, de los niños "bien" los niños con padres adinerados de toda Europa, que pagaban sus clases y su alojamiento, con dinero, y no con el trabajo en el internado.
Con apenas seis años, Clara fue a ese internado en las lejanas tierras inglesas. Era un lugar frío, antiguo, y con gente muy diferente a todos ellos; era muy fácil diferenciar a los huérfanos o niños de trabajo (ellos), que acudían a las clases, como cualquier niño normal, pero sin ningún coste, de los niños "bien" los niños con padres adinerados de toda Europa, que pagaban sus clases y su alojamiento, con dinero, y no con el trabajo en el internado.
Tras seis largos años en el internado, soportando el duro trabajo de limpiar, hacer las camas, servir...y estudiar al mismo tiempo podía con los pequeños. Clara llevaba años deseando ir a aquel lugar, que una vez vio por la ventana del autobús, cuando salían de excursión. Quería volver allí, entrar y saber que era aquel lugar tan elegante, con un nombre tan extraño, del cual no lo identificaba con nada, porque, un lugar en donde la gente bailaba con un vestidito muy raro, unas zapatillas muy planas, y un moño en la cabeza, se llamaba Française Ballet. Le parecía un nombre tan bonito, tan diferente a todo....cada noche, después de meterse en su cama, cerraba los ojos, y soñaba que estaba en aquel lugar, con aquellas jóvenes, sujetada por una mano de esa barra, mirando sus pasos dulces en el espejo de aquella sala, o que un día en un teatro importante de Londres, ella y otras chicas, bailaban una danza suave y lenta, y todo el público aclamaba sus movimientos, sobre esos zapatitos, mientras veía desde el gran escenario las caras sonrientes de las parejas sentadas en las butacas de terciopelo del teatro, con sus monóculos, para ver su danza, mientras comentan el espectáculo, con voces suaves, sin interrumpir la danza.
Tras esos sueños de niña, se escondía una pasión por el ballet, algo de lo que ella no sabía nada, excepto lo que imaginaba su cabeza.
Varios años después, de que su pasión por el ballet creciera, y se animara a bailarlo, sin saber nada de él, lo hacía cada vez más emocionante, y una tarde, de invierno, sus padres acudieron, como todas las fiestas de Navidad, al internado, para entregar los regalos de las fechas y para descansar en casa de la tía Matilde, que tenía casa en la ciudad londinense. Esa tarde después de los abrazos de encuentro mutuo, y de dejar las maletas en la casa de Matilde, salieron a pasear por las calles nevadas de la ciudad. En ese reconfortante paseo, la casualidad o quizás la suerte acompañó a Clara, hasta el punto de volver a encontrar aquel lugar, tan bonito que le hacía soñar cada noche. Su interés fue tal, que sus padres llevados por la emoción de la pequeña, entraron en el local. Se trataba de una escuela de ballet clásico francés. Los ojos de Clara se encendieron al oír a la empleada de la recepción de la escuela, su mirada acudió en busca de los ojos de su madre, pidiendo acudir a aquel lugar a aprender ballet, aquella danza tan bonita que no la dejaba dormir. La guerra civil aún estaba presente en España, y el sueldo de su padre no era lo suficiente mente alto, como para pagar cincuenta libras por aprender a bailar, y poder mantener a la familia. Clara tenía clara una cosa, ella quería ir a aquella escuela de ballet, y veía como en escasas palabras y gestos de sus padres, su mayor sueño se desvanecía. Sus ojos comenzaron a soltar lágrimas, mientras sus hermanas se las secaban, y le daban palabras de aliento, a la pequeña. Tras un gran deliveramiento del tema, y unos cuantos cambios en la vida de la familia, el sueño de Clara se pudo hacer realidad. Sus padres, junto a su abuela se mudarían a casa de Matilde, y los demás hermanos y hermanas de Clara, fueron cambiados de escuela, a una más económica, pero con un buen nivel de aprendizaje. Ese año, era el año en que Alejandra, la hija mayor de la familia terminaba sus estudios, y deseaba ir a la universidad para estudiar y ser maestra de escuela, pero la situación no era muy adecuada para todo, y alguien debía renunciar a su sueño...Alejandra no podía abandonar los estudios y trabajar sin tener un conocimiento básico, como maestra, y era más importante sacar a la familia adelante que jugar a ser bailarina.
Clara, no quería renunciar a su "juego" de ser bailarina, por ganar más dinero. En ese momento fue cuando las cosas cambiaron; la recepcionista de la academia, le ofrecia Clara una muy buena oportunidad: le darían una beca, y estudiaría gratis en la academia, todos los años que ella quisiera, si pasaba una prueba junto a otras jóvenes. No eran cuatro, ni cinco chicas inexpertas, si no, cincuenta y dos chicas, de su edad, y más mayores, que no sabían nada, pero tenían talento y ganas de participar, y otras que ya llevaban años o toda la vida, en el mundo del ballet.
La prueba era el 28 de diciembre de 1941 en el teatro Royal ópera de Londres, a las cinco y media de la tarde, en el salón principal. Tenía apenas veintiséis días para preparar una actuación ejemplar, sin apenas conocimientos del ballet. Durante los dos días siguientes la familia de Clara se dedicó a colocar carteles en busca de una profesora de ballet, que no cobrará mucho, y que supiera montar actuaciones para el público. Tras una semana de espera y busca de lugares donde buscar profesoras, varias mujeres acudieron a su prueba, en donde tendrían que demostrar quién podría hacer que su hija consiguiera aquella beca. Tras ver varias actuaciones penosas, y unos currículum muy malos, descubrieron a la única bailarina digna de enseñar a su hija el arte del ballet clásico.
Al día siguiente, Amanda, la bailarina, llevó a Clara a un salón de baile, en donde se practicaba ballet, y otros bailes, gratuitamente.
Tras semanas de duro aprendizaje, y mucha práctica, al fin, Clara consiguió saberse perfectamente cada movimiento, cada gesto, cada paso en la pista, de su actuación en el Royal ópera. Solo faltaban seis días para la actuación, y aún no habían practicado la coreografía en el escenario del teatro. Pero por suerte Amanda, se sabía como era exactamente ese escenario, como estaban situadas las butacas, cada palco, las zonas no visibles...
El día de la actuación, Clara comprobó con sus ojos verdes, como las profesionales del ballet, se destrozaban y hasta se rompían los tobillos en el escenario, son tal de una plaza gratuita, en la mejor academia de ballet de todo Londres. Sus pies estaban tembloroso ante tales obras de ballet, con preciosos vestidos cortos, en delgadas chicas, guapas, mayores que ella, con bailarinas suplementarias a su alrededor, que hacían coreografías perfectas, con muy buenas entrenadoras de ballet, que salían en todas las revistas que había llegado a leer antes de la actuación, mientras ella, solo tenía el apoyo de su familia, y la coreografía de una chica, desconocida, que le enseñaba ballet, en un centro de baile para cualquiera, al que le apetezca ir.
Era su turno. Todo su cuerpo temblaba, y no se sentía preparada para salir ante tales jueces del ballet como aquellos. Entre ellos estaban, la directora de la academia (una gran bailarina, por cierto), Joan Piêrre un buen coreógrafo francés, Lëria Mou, una fantástica bailarina de Oxford, y por último la más dura de los jueces de ballet, Emma Roügertent, una rusa dura, que había llegado a lo más alto en el ballet hacía treinta años, y que desde hacía diez, participaba como jurado en las becas de baile, que se concederían en cualquier escuela de ballet.
Emma, pronunció el nombre de Clara, y bajo el telón, se descubría una joven, con un traje dorado, y unos suaves rizos de color castaño, que caen desde un moño francés de trenzas, por su suave y delicado rostro. Tras esa capa de belleza y fragilidad, comienza un elegante vals de Strauss, que baila con precisión y delicadeza, moviéndose suavemente por el escenario, del teatro. Sus delicados movimientos, desarrollan un precioso baller, digno de admiración, que es apreciado por el jurado, que con suaves sonrisas, sin apreciar un afecto por ese ballet, mostrado, se nota que va gustando y amansando a esas "bestias". Su delicada danza terminaba con un gran salto final, que terminaba en un giro, con mucha elegancia, que dejo al escaso público con la boca abierta.
Tras la prueba, se descubre a la ganadora, que sin duda es Clara, que con tan solo dieciséis años, ha conseguido una plaza en una compañía que le ayudará a aprender más y más y a ser una estrella del ballet. Clara ha cogido demasiado cariño a Amanda, y desea que sea ella una de las profesoras que le siga enseñando ballet, y pide a la directora de la academia, que la contrate, ya que ella tiene el verdadero mérito de que Clara ganara la prueba, y que sin ella no lo hubiera conseguido ni en mil pruebas.
Ya han pasado varios años desde que Clara, entró en la Française Ballet. Tras muchos años de duro trabajo, ha conseguido, su sueño principal; conseguir participar en una actuación de ballet ante verdadero público. Tras muchos meses de ensallo, ha llegado la gran noche; Clara, debutará en el Royal ópera de Londres, junto a sus compañeras, en un vals, de Strauss, que hará que su empeño durante largos años sirva para algo.
Ha llegado la noche del estreno. Las entradas están agotadas y no queda ni un asiento libre en el teatro. La actuación comienza con otras jóvenes compañeras de Clara, que amansan al público antes de que la actuación final, que cesará la noche.
Llega la actuación final,el presentador las anuncia: -ahora en la actuación final, Claire Méndez.....en un vals de Strauss. Un silencio sepulcral envuelve el teatro, el telón se alza suavemente, y deja ver a unas jóvenes de negro, que se mueven por el escenario con dulces movimientos, que se mueven al compás de una suave melodía, que acompaña todos y cada uno de sus gestos. La actuación ha terminado, las bailarinas, se ponen en fila, en señal de terminar su danza, el público aplaude, sonríe....esta feliz, han visto una danza preciosa, no se aguantan las lágrimas, de alegría, de una danza preciosa, que hace que el público se levante de los asientos, y aplauda durante tres minutos, a esas bailarinas.
La noche ha terminado, con un éxito mayor, del esperado. Las bailarinas sienten la emoción en el cuerpo, la gente espera a la salida, junto a la prensa, que piden autógrafos y preguntan a las jóvenes....como si fueran las grandes estrellas de Hollywood, después del estreno de una película.
Ya, han pasado varias semanas desde el gran debut, y Clara, anunciada en los teatros como Claire, comienza a hacer más actuaciones, y a pesar de que la situación económica de la familia no es perfecta, ella sigue con su sueño.
Hace ya, más de una década que comenzó a ser bailarina, ahora Clara, ha conseguido sacar adelante a sus padres, y ahora baila por todo el mundo, en todos los teatros, cumpliendo su sueño, y dejando que el público tanto adulto como a los pequeños, que disfrutan con sus danzas elegantes, y que representan obras de teatro mientras bailan, al son de la música. Alguien ha conseguido un sueño importante, y aunque los medios económicos no ayudaron demasiado ahora Clara es una de las mejores bailarinas de ballet clásico del mundo, y ella nunca se hubiera podido imaginar tal cosa; una niña sin recursos, siendo una de las mejores del ballet, y tras esos pies "mágicos" y esos movimientos que la han alzado a un mundo diferente, por encima de sus delicados pies.
Al día siguiente, Amanda, la bailarina, llevó a Clara a un salón de baile, en donde se practicaba ballet, y otros bailes, gratuitamente.
Tras semanas de duro aprendizaje, y mucha práctica, al fin, Clara consiguió saberse perfectamente cada movimiento, cada gesto, cada paso en la pista, de su actuación en el Royal ópera. Solo faltaban seis días para la actuación, y aún no habían practicado la coreografía en el escenario del teatro. Pero por suerte Amanda, se sabía como era exactamente ese escenario, como estaban situadas las butacas, cada palco, las zonas no visibles...
El día de la actuación, Clara comprobó con sus ojos verdes, como las profesionales del ballet, se destrozaban y hasta se rompían los tobillos en el escenario, son tal de una plaza gratuita, en la mejor academia de ballet de todo Londres. Sus pies estaban tembloroso ante tales obras de ballet, con preciosos vestidos cortos, en delgadas chicas, guapas, mayores que ella, con bailarinas suplementarias a su alrededor, que hacían coreografías perfectas, con muy buenas entrenadoras de ballet, que salían en todas las revistas que había llegado a leer antes de la actuación, mientras ella, solo tenía el apoyo de su familia, y la coreografía de una chica, desconocida, que le enseñaba ballet, en un centro de baile para cualquiera, al que le apetezca ir.
Era su turno. Todo su cuerpo temblaba, y no se sentía preparada para salir ante tales jueces del ballet como aquellos. Entre ellos estaban, la directora de la academia (una gran bailarina, por cierto), Joan Piêrre un buen coreógrafo francés, Lëria Mou, una fantástica bailarina de Oxford, y por último la más dura de los jueces de ballet, Emma Roügertent, una rusa dura, que había llegado a lo más alto en el ballet hacía treinta años, y que desde hacía diez, participaba como jurado en las becas de baile, que se concederían en cualquier escuela de ballet.
Emma, pronunció el nombre de Clara, y bajo el telón, se descubría una joven, con un traje dorado, y unos suaves rizos de color castaño, que caen desde un moño francés de trenzas, por su suave y delicado rostro. Tras esa capa de belleza y fragilidad, comienza un elegante vals de Strauss, que baila con precisión y delicadeza, moviéndose suavemente por el escenario, del teatro. Sus delicados movimientos, desarrollan un precioso baller, digno de admiración, que es apreciado por el jurado, que con suaves sonrisas, sin apreciar un afecto por ese ballet, mostrado, se nota que va gustando y amansando a esas "bestias". Su delicada danza terminaba con un gran salto final, que terminaba en un giro, con mucha elegancia, que dejo al escaso público con la boca abierta.
Tras la prueba, se descubre a la ganadora, que sin duda es Clara, que con tan solo dieciséis años, ha conseguido una plaza en una compañía que le ayudará a aprender más y más y a ser una estrella del ballet. Clara ha cogido demasiado cariño a Amanda, y desea que sea ella una de las profesoras que le siga enseñando ballet, y pide a la directora de la academia, que la contrate, ya que ella tiene el verdadero mérito de que Clara ganara la prueba, y que sin ella no lo hubiera conseguido ni en mil pruebas.
Ya han pasado varios años desde que Clara, entró en la Française Ballet. Tras muchos años de duro trabajo, ha conseguido, su sueño principal; conseguir participar en una actuación de ballet ante verdadero público. Tras muchos meses de ensallo, ha llegado la gran noche; Clara, debutará en el Royal ópera de Londres, junto a sus compañeras, en un vals, de Strauss, que hará que su empeño durante largos años sirva para algo.
Ha llegado la noche del estreno. Las entradas están agotadas y no queda ni un asiento libre en el teatro. La actuación comienza con otras jóvenes compañeras de Clara, que amansan al público antes de que la actuación final, que cesará la noche.
Llega la actuación final,el presentador las anuncia: -ahora en la actuación final, Claire Méndez.....en un vals de Strauss. Un silencio sepulcral envuelve el teatro, el telón se alza suavemente, y deja ver a unas jóvenes de negro, que se mueven por el escenario con dulces movimientos, que se mueven al compás de una suave melodía, que acompaña todos y cada uno de sus gestos. La actuación ha terminado, las bailarinas, se ponen en fila, en señal de terminar su danza, el público aplaude, sonríe....esta feliz, han visto una danza preciosa, no se aguantan las lágrimas, de alegría, de una danza preciosa, que hace que el público se levante de los asientos, y aplauda durante tres minutos, a esas bailarinas.
La noche ha terminado, con un éxito mayor, del esperado. Las bailarinas sienten la emoción en el cuerpo, la gente espera a la salida, junto a la prensa, que piden autógrafos y preguntan a las jóvenes....como si fueran las grandes estrellas de Hollywood, después del estreno de una película.
Ya, han pasado varias semanas desde el gran debut, y Clara, anunciada en los teatros como Claire, comienza a hacer más actuaciones, y a pesar de que la situación económica de la familia no es perfecta, ella sigue con su sueño.
Hace ya, más de una década que comenzó a ser bailarina, ahora Clara, ha conseguido sacar adelante a sus padres, y ahora baila por todo el mundo, en todos los teatros, cumpliendo su sueño, y dejando que el público tanto adulto como a los pequeños, que disfrutan con sus danzas elegantes, y que representan obras de teatro mientras bailan, al son de la música. Alguien ha conseguido un sueño importante, y aunque los medios económicos no ayudaron demasiado ahora Clara es una de las mejores bailarinas de ballet clásico del mundo, y ella nunca se hubiera podido imaginar tal cosa; una niña sin recursos, siendo una de las mejores del ballet, y tras esos pies "mágicos" y esos movimientos que la han alzado a un mundo diferente, por encima de sus delicados pies.
Poesía: Invierno
El frío, no conseguía cerrar tus ojos,
porque eras demasiado fuerte
como para morir congelada.
No querías rendirte tan pronto,
deseabas luchar,
contra ese viento fuerte, y
esa nieve gruesa, que caía
en ese bosque lleno de maleza espesa.
Apenas sentías tus dedos, pero
el calor de tu corazón
evitaba que te parases y dejases de luchar
por conseguir lo que querías.
Ni siquiera podías llorar,
porque tus lágrimas se congelarían
en tu frágil rostro.
Y cuando ya era de noche,
en ese extenso bosque,
encontraste la salida,
ese precioso lugar,
que buscabas desesperadamente,
desde que habías nacido.
porque eras demasiado fuerte
como para morir congelada.
No querías rendirte tan pronto,
deseabas luchar,
contra ese viento fuerte, y
esa nieve gruesa, que caía
en ese bosque lleno de maleza espesa.
Apenas sentías tus dedos, pero
el calor de tu corazón
evitaba que te parases y dejases de luchar
por conseguir lo que querías.
Ni siquiera podías llorar,
porque tus lágrimas se congelarían
en tu frágil rostro.
Y cuando ya era de noche,
en ese extenso bosque,
encontraste la salida,
ese precioso lugar,
que buscabas desesperadamente,
desde que habías nacido.
Y....¡Aquí están! ¿Os gustan?
Besos.
Lectora.
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